Una blanca nieblina se apodera de tus ojos, despata tu cuerpo y te enfria sin desearlo. A través de un interminable bosque en plena oscuridad, donde prefieres no visualizar y sólo sentir nuevamente ese esquisito aroma.
Es aquella estrella, la más alta, que ubicada tras tu mirada, se encuentra y quisieras tomar, palpar y besar para recordarla antes de anelar su regreso.
Me guias ante un destino incierto que tampoco prefeririamos, pero... es sólo un desierto, cubierto por baratas ideas que uno de nosotros quisiera pagar.
No mentiré, no deseo promesas esta noche, solo atraparte una ves.
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